domingo, 18 de octubre de 2009

Aunque, ahora, el desasosiego principal es tratar de salir de la miseria que nos tiene el pie en el cuello, quisiera exponer una duda que también preocupa. Y es que muchas opiniones solventes apuntan el hecho de que el idioma catalán coloquial se encuentra en peligro de caer en coma.

Justamente ahora que se utiliza más que nunca, el catalán coloquial ha perdido la fuerza interior característica de un idioma vivo y ha desembocado en un lenguaje adulterado, híbrido y decadente, dialectal subsidiario del español. Ya no se habla un catalán original sino una especie de castellano traducido sin futuro ni vida propia.

¿Cómo ha llegado? En el franquismo, ciertamente, el castellano era el idioma oficial, pero también lo había sido permanentemente antes, en los siglos XVIII, XIX y XX (excepto en un corto período de la República).

Y, sin embargo, el idioma catalán no había perdido nunca, sino que, muy al contrario, había crecido y se actualizado constantemente. Iba enriqueciéndola con expresiones originales y modismos propios, fruto de la utilización espontánea de la lengua por parte del pueblo, vitalidad que se constataba en el teatro, la literatura y en los medios en castellano.

Ahora ya todo el mundo puede usar el catalán coloquial a todos los niveles, pero, en buena parte y en una franja muy importante de la población, se habla catalán porque es necesario, o "porque toca". Pero para muchos es una lengua impuesta, una lengua postiza y aprendida sin ninguna ayuda práctica. Así, mucha gente sigue pensando en castellano y traduciendolo literalmente al castellano, palabra por palabra. El resultado es pintoresco: es castellano con vocablos catalanes. No es que el catalán adopte tal o cual castellanisme que podría enriquecer el idioma, como ha pasado siempre con la homologación de barbarismos, sino que ha salido un lenguaje burdo que, desgraciadamente, se está aceptando mansamente y se consolida.

En otros tiempos todos se reían cuando Josep Pla ridiculizaba a los catalanes que en Madrid decían cosas como "esto es soñar tortillas". Ahora no hace gracia, sino mucha pena, constatar que esto de "soñar tortillas" en versión inversa es una expresión habitual (y muy penosamente en la radio, la televisión y los medios escritos).

Me pregunto si no habría sido mejor, por la vitalidad y la riqueza de la lengua, sugerir en vez de exigir su uso. Eso sí, ayudándose con una edición de manuales de conversación, diccionarios de bolsillo gratis ... y dejando que la usara libremente todo aquel que quisiera, cuando y donde le podría placer. Con toda clase de protecciones en la divulgación del idioma pero sin coacción ni imponer, es decir, con una inmersión lingüística asistida, no forzada.


Albert Mallofré, cartas al director de La Vanguardia

En esta carta vemos como el sentido común no se a perdido del todo por estas tierras, como todavia queda gente decendente y que no se ha visto afectada por ese fanitismo lingüistico que sufrimos por estas tierras como bien dice Albert Mallofré MUCHA gente lo habla por obligación, y haciendo un uso como ese no hacemos más que condenar el catalán una de las lenguas romances con una de las gramaticas más complejas a su desaparación. Pueden intentar obligar a hablarlo pero por sus estupidas imposiciones no coseguiran nada.

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